
100-mile state of mind — Una historia de Kilian jornet
"¿Por qué estoy aquí? Vamos, solo detente. ¡Detente!"
El camino más fácil puede ser tentador, incluso para un corredor de ultras del calibre de Kilian Jornet. Es la sirena junto al trail la que canta a la soledad del posiblemente el mejor corredor de larga distancia de todos. Eso es parte de la fascinación.
"No. ¡No! Vamos, sigamos. Continuemos."
Los seres humanos estamos intrínsecamente creados para buscar la salida más fácil. También poseemos una necesidad inherente de movimiento. Estos dos instintos se enfrentan cuando una carrera a pie se extiende a 15 horas, 20 horas y más. “Esta lucha interna es muy interesante, y es parte de la belleza de la distancia de 100 millas,” apunta Kilian. “Hay muchos momentos en los que es doloroso. Y hay momentos en los que también puede ser aburrido, cuando lo único que quieres es parar. Quieres detenerte. Quieres relajarte. Quieres hacer otras cosas en lugar de pensar en otro paso y otro paso màs. Pero eso es parte del desafío y parte de la belleza — la monotonía”.


La 'cien millas' es el máximo galardón para la mayoría de los ultra corredores. 100 millas, aproximadamente 166 kilómetros. Por lo general, en senderos y rodeando montañas. Casi siempre lleva al atleta a través de la noche, y suele exprimirlo tanto física como psicológicamente. Son largas, duras e intimidantes. En carreras icónicas como UTMB, Hardrock 100 y Western States, el premiado catalán ha pasado de ser un niño prodigio a ser un sabio desde su exitoso debut en las cien millas en Chamonix en 2008.

Una especie de escuela del desgaste. “Hace un par de años si iba a correr cien millas, incluso si estaba en muy buena forma, nunca sabría qué tan destruido iba a estar o cómo estarían las piernas”. En estos días, la distancia se parece más a un viejo enemigo al que respeta, pero al que no teme. “Ahora, la distancia no me asusta, es solo un día largo y nada más que eso. Creo que es muy interesante cómo podemos llegar a cambiar. Ahora sé que mi cuerpo lo maneja y puede ser más lento o más rápido si surgen imprevistos. Ahora lo siento como algo normal, no es excepcional, es un enfoque muy distinto”.

'Algo normal' es algo muy Jornet. Quienes conocen a Kilian saben cómo tiende a minimizar sus logros. Su personalidad fuera de los trails es tranquila y sin pretensiones. Es increíblemente modesto y accesible para ser un corredor estrella de ultras. Pero como cualquier gran atleta, en su interior acecha un animal competitivo que ha redefinido cómo se corren las cien millas. “Sin emociones, ese es el objetivo. Vuelca la energía en las emociones. Cuando tomas decisiones las emociones son lo principal que te hace elegir una cosa u otra. Lo cual es genial en la vida, pero cuando estás compitiendo, no es el mejor enfoque”. Le tomó mucho tiempo aprender, pero en estos días las emociones en carrera se usan casi como combustible, mientras que mentalmente, el raciocinio es el nombre del juego. “Trata de disfrutar la emoción, ya sea dolor, ira, entusiasmo o satisfacción. Absorberlos, porque es una sensación hermosa. Pero no dejes que dicten tus decisiones. Trata de usar la razón más que el lado emocional. Trata de mantener la sangre fría durante una carrera. Separar lo que estoy sintiendo y cómo respondo a esas emociones. Suena fácil, pero me ha llevado años aprender a separar las emociones entrantes de las salientes”.
Se dice que correr una carrera de cien millas es reproducir una vida entera. Experimentar sus altibajos, su ira y su alegría. Sus episodios ocasionales de dolor y apatía. “No importa qué tan bien preparado esté, a medida que pasan las horas, esas sensaciones y emociones llegarán. Realmente no puedes ignorarlas y tratar de pensar en otra cosa, no estás en ese flow”. En esos momentos, el pasatiempo favorito de los viajes largos en automóvil de la generación anterior al iPad resulta útil. “Es el juego de contar, diría yo. Contando, contando hacia atrás. Algo así como, 'Vale, estoy en el kilómetro 11, 12, 13...' o 'Me quedan 70km, 60km, 50km...' contando cuánto llevo. Contando cuánto me falta. Contando pasos. Contando calorías. Contando las cosas que ves... ‘ok, ¡ahora me quedan tres ríos!’ No tengo mantras, pero pueden ser otras cosas como frases motivacionales, concentrarte en tu respiración o mirar los paisajes. Sea lo que sea, es solo tener algo más en lo que la mente se pueda concentrar”.
Después de cinco años sabáticos en las 100 millas, a principios de este año, Kilian corrió una carrera de 100 millas que pasó desapercibida en Skåne, Suecia. Enfocada puramente como una carrera de entrenamiento, se trataba de "probar nuevos productos, experimentar con 100g de carbohidratos por hora". Continuó con ese método en su regreso a Silverton, Colorado, para el Hardrock 100 el mes pasado. La misma carrera que ganó en 2017 después de dislocarse el hombro en una caída después de solo 13 millas, y completando las 87 millas restantes (138 km) con el brazo en un cabestrillo improvisado.
Esta vez en la brutal y preciosa carrera a través de las montañas de San Juan. Corrió casi toda la carrera en compañía de su amigo y quizás el mayor rival en ultras, Francois D'Haene. He ahí otra táctica de ayuda para pasar las horas. “Es bueno tener compañía porque compartes la responsabilidad de marcar el ritmo o las estratégias. En los momentos difíciles, intentas mantenerte cerca el uno del otro, es una sensación agradable. Y resulta más fácil manejar los altibajos”. Un último empujón en la subida final llevó a Kilian a alejarse para ganar y recuperar el récord de la carrera después de 21 horas y 36 minutos.
Le espera un reencuentro con UTMB, aunque el frenesí y el peso de las expectativas que acompañan a su regreso se llevan de otra manera sobre sus hombros. “No creo que el revuelo y alboroto me afecte mucho ahora. Sé como he estado entrenando, no es que me afecte más a nivel interno, si no que me he vuelto más fuerte. Estoy emocionado porque quiero correr, no porque me permita hacer más de lo que realmente he entrenado”.

Como siempre con Kilian Jornet, lo interesante está en un lugar un poco más profundo, cerebral. “Es como si estuvieras en una burbuja, estás en otro lugar. Ese estado es muy, muy interesante en las carreras de larga distancia”, dice. “Tu cuerpo se está moviendo hacia una dirección y tu mente hacia otra, moviéndose de otra manera”.
Words by Robbie Lawless | Photos by Viktor Brittsjö & Herman Reuterswärd